Después de sufrir la muerte traumática de su hija por insuficiencia renal sólo tres días después de haber nacido, Sofía Gatica, de Argentina, tomó la determinación de averiguar qué fue lo que mató a su hija. Su conclusión: Los campos de soja genéticamente modificada de la empresa Monsanto, que rodean su barrio, de modo que los pesticidas con los que se fumigan estos campos afectan negativamente la salud de los niños y de los adultos, por igual.
Gatica comenzó a registrar las elevadas tasas de defectos congénitos, enfermedades respiratorias, e incluso mortalidad infantil, que se dan en el barrio. Con esos datos, la valiente madre decidió ir contra Monsanto.
Sorprendentemente, ella no estaba sola en la lucha contra el gigante de la Biotecnología: cuando se trata de buscar las causas que producen los problemas congénitos, un grupo amplio de agricultores argentinos han presentado una demanda contra Monsanto por defectos de nacimiento devastadores en los niños. Sin embargo, inicialmente Gatica comenzó la batalla sola, pero continuó en su empeño.
Formó un grupo de madres afectadas en el área local de Ituzaingó para hablar sobre sus experiencias, pero esta madre fue una de las pocas que decidió emprender una batalla contra Monsanto.
Después de compartir su historia con otras madres del barrio que estaban preocupadas por las seguridad de sus hijos y de su familia, Gatica cofundó la Asociación de Madres de Ituzaingó – un grupo de acción de 16 madres que luchan para que se prohíba el uso desenfrenado de los productos químicos de Monsanto. Fueron por las calles, y yendo de puerta en puerta registraron el primer estudio epidemiológico de la zona, descubriendo que los productos químicos de las fumigaciones estaban afectando dramáticamente a las familias de la localidad de Ituzaingó.
Las tasas de cáncer eran 41 veces mayores que la media nacional, así que algo había que hacer.
Como resultado de su campaña para erradicar las fumigaciones de Monsanto, las madres se vieron recompensadas. La Corte Suprema de Argentina ha prohibido la fumigación de productos químicos cerca de las zonas pobladas. Pero también exige ahora que el Gobierno y los fabricantes de la soja transgénica demuestren que sus productos químicos son seguros.
Sofía Gatica ha sido recompensada por trabajo con el Premio Goldman Environmental, un importante premio que valora las acciones en favor del medio. Esta historia demuestra cómo una lucha sostenida puede dar sus frutos, incluso contra Monsanto.
Este artículo apareció por primera vez en Natural Society un sitio donde encontrar recursos relacionados con la salud e información sobre las vacunas.
Una madre recibe amenazas anónimas después de oponerse a Monsanto
Por Mike Barrett, 23 de abril de 2012
Después de perder a su hija de sólo 3 días por insuficiencia renal, una mujer llamada Sofía Gatica tomó la decisión de encabezar un movimiento contra Monsanto junto con otras madres de niños enfermos. Monsanto es una empresa de Biotecnología que está contaminando el medio ambiente con herbicidas y pesticidas, produciendo alimentos modificados genéticamente y afectando a la salud humana. Los numerosos los casos abiertos contra Monsanto por daños en la salud y hasta la muerte, siendo el caso más reciente el de los agricultores argentinos que han presentado una demanda contra esa Corporación por producir defectos devastadores de nacimiento en sus hijos.
Cerca de la población donde vive Gatica hay campos de soja, donde los agricultores rocían gran cantidad de productos químicos en sus cosechas. El herbicida más utilizado en estos campos es Roundup, que contiene el ingrediente activo glifosato. Gatica no estableció inicialmente una conexión entre la muerte de su hija con la exposición a productos químicos hasta que comprobó que sus amigos y vecinos también experimentaban problemas de salud.
“Comencé a ver niños que llevaban la boca tapada, madres que se tapaban la cabeza para ocultar su calvicie debido a la quimioterapia. Hay campos de soja al norte, al sur y al este, y cuando fumigan también lo hacen sobre la gente, porque no hay distancia entre población y cultivos”, dijo Gatica a un reportero de Grist.
Los investigadores han encontrado que la gente que vive en este área presentan cuatro productos químicos agrícolas en su sangre, tales como el endosulfán, que está prohibido en más de 80 países. También encontraron que el 33% de los residentes presentaban cáncer. En otros estudios llevados a cabo por investigadores alemanes, se encontraron en la orina una cantidad de 5 a 20 veces superior de sustancias químicas a los límites establecidos en el agua potable, mostrando lo frecuentes que son estos productos.
Para luchar contra la contaminación química por el uso de productos agrícolas de la empresa Monsanto, Gatica intentó crear un movimiento internacional junto con otros activistas. Hace unos años, después de cofundar el grupo denominado Madres de Ituzaingó, ella y su grupo hicieron el primer estudio epidemiológico en el área: encontraron muchos casos de enfermedades neurológicas y respiratorias, defectos de nacimiento, mortalidad infantil y casos de cáncer en una tasa 40 veces por encima de la media nacional. Se puso en contacto con investigadores para establecer la relación entre el uso de los pesticidas y los problemas de salud, formando parte de las protestas contra esta situación.
“Bloqueamos las máquinas de fumigar. Entramos en los campos para impedir su uso. Realizamos protestas contra el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Sanidad. Llevamos a la gente enferma ante el Ministerio”, dijo Sofía.
Con el paso de los años y gracias a los movimientos de protesta, se ha conseguido que exista una zona de amortiguación entre las localidades y los campos de cultivo. Además, la Corte Suprema decidió que los productos agroquímicos no podían fumigarse en las áreas cercanas a los núcleos de población.
Sin embargo, mientras Sofia y otros activistas lograron aquel cambio, el proceso no ha sido fácil, de hecho se han producido amenazas directas.
“Alguien se presentó en mi casa con un arma. Me dijeron que no jodiese con el tema de la soja. Recibí llamadas telefónicas en las que me decían que sólo me quedarías dos niños al día siguiente. Llamé a la Policía para que investigaran estas amenazas, pero me dijeron que las instrucciones eran secretas”, dijo Sofía cuando se le preguntó si había recibido amenazas personales.
Una interesante investigación ha encontrado que el herbicida Roundup de Monsanto es tóxico para las células humanas, matándolas incluso a dosis bajas. Las toxicidad y el impacto en los más pequeños es aún mayor o en bebés aún no nacidos. Aunque Sofía comenzó sola y fue amenazada, ella supo sobreponerse ante estas complicaciones y logró que se produjera un cambio, que seguro que no será el último.
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