La alta imagen positiva de la presidenta, y las reelecciones de los oficialismos en Brasil, Bolivia y -probablemente- Uruguay, obligaron a repensar las estrategias de campaña de Mauricio Macri, Sergio Massa, y el Frente Amplio UNEN.
La última encuesta de la consultora Poliarquía proyectó una clara señal de advertencia en las narices de la oposición argentina. Insospechado de tener vínculos con el oficialismo, el encuestador Fabián Perechodnik pasó el aviso con la mayor elegancia que pudo. Dijo que la presidenta Cristina Fernández cosechaba un "40% de imagen positiva" (otras encuestadoras le dan entre 45% y 48%) a un año del final de su mandato. "Es la primera vez que un mandatario se va con imagen positiva alta. Todos tuvieron menos de 20 puntos", comentó. El segundo impacto llegó desde Brasil, cuando el escrutinio final consagró la reelección de Dilma Roussef con el 51,64% de los votos frente al 48,36% del neoliberal Aécio Neves. Ese dato, más el contundente 47% obtenido por Tabaré Vázquez en Uruguay, dieron paso a una lectura que alivió y vigorizó al Frente para la Victoria, mientras que puso en estado de asamblea (evaluaciones en privado, correcciones de estrategia, cambios de asesores) a los principales espacios opositores con ambición presidencial. ¿Qué pasa con el fin de ciclo?
Las preguntas que surgieron tras el determinante resultado en Brasil se convirtieron así en el tema de debate compartido de los cuarteles de campaña. El interrogante se profundizó cuando se conocieron algunas encuestas cualitativas –los famosos focus group– que obligaron a archivar las tácticas petardistas que alientan los cambios drásticos. Los sondeos, que se conocieron en los últimos días, reflejaron que una amplia mayoría de los argentinos quiere sostener lo conseguido desde 2003 y modificar, con moderación, algunos aspectos. Esa conclusión obligó a rediseñar estrategias a Massa, que hasta hace poco había optado por radicalizar su discurso antikirchnerista, aparentemente por consejo de sus asesores electorales, el español nacionalizado mexicano Antonio Solá Reche y el peruano Sergio Bendixen. El cambio de Massa quedó a la vista en la semana posterior al balotaJe de Brasil, cuando archivó su propuesta de derogar las leyes sancionadas desde 2003. "Queremos mantener lo bueno y cambiar lo malo", es la frase que –pronunciada en el aniversario de su triunfo frente a Martín Insaurralde en las legislativas de 2013– sintetiza su nueva posición.
También Mauricio Macri se vio obligado a repensar su estrategia tras la derrota de la oposición en Brasil (en el programa La Cornisa, y con el resultado ya puesto, el alcalde porteño reconoció que él hubiera votado por Neves). La peliaguda victoria de Dilma, que enfrentó una campaña de hostigamiento de O Globo y otros medios como pocas veces se vio en Brasil, hizo bajar las acciones del ecuatoriano Jaime Durán Barba. El asesor que aconseja difamar al adversario para desestabilizarlo emocionalmente había pedido a Macri que apoyara a la candidata Marina Silva, quien finalmente se quedó afuera de la segunda vuelta. En el entorno del jefe de gobierno incluso deslizan que el triunfo del PT hizo que Macri comenzara a desconfiar de la información sobre política regional que le suelen acercar sus aceitados contactos en la Embajada de Estados Unidos. Rápido de reflejos, el candidato del PRO asumió el nuevo escenario aclarando que en caso de ser presidente mantendrá la AUH, YPF en manos del Estado y la administración pública de las AFJP.
Con menos posibilidades de competir por la Presidencia, y en medio del conflicto por las alianzas provinciales de los jefes locales que se acercan a Macri o a Massa, la coalición panradical del Frente Amplio UNEN cree poder adaptarse a la demanda social por un 'cambio moderado'. Los socialistas, por caso, recuerdan que ellos votaron leyes como el matrimonio igualitario, la Ley de Medios, la reestatización de YPF. Y añaden que, en caso de gobernar el país, mantendrían las políticas sociales incorporando una mayor "calidad institucional" en la gestión del Ejecutivo. Como se ve, los últimos reacomodamientos de la oposición parecen desmentir en los hechos el escenario de fin de ciclo inexorable que habían intentado consolidar los medios hegemónicos: un contexto de supuesto hastío social que tenía su símbolo más ofensivo en la cuenta regresiva para el final del gobierno de CFK que solía promover Massa. Hoy todo suena muy distinto.
Pero a los números de Poliarquía y a los focus group hay que sumarles un dato que hasta ahora pasó desapercibido para editorialistas, empresarios y dirigentes políticos afines al establishment. Se trata de un elemento comparativo que, sin forzar el análisis, puede hasta resultar amenazante para los planes opositores. En Brasil, en los inicios de la campaña presidencial, la imagen de Dilma cosechaba apenas un 36% de aprobación. Varios meses después, y tras la intervención en la estrategia electoral del PT del elogiado especialista en campañas presidenciales João Santana, la presidenta obtuvo su reelección con más de 51 millones de votos. Si Dilma logró ser reelecta partiendo del 36% de imagen positiva, ¿qué performance electoral espera al kirchnerismo en la Argentina cuando Cristina Fernández hoy supera los 40% de aprobación según todas las encuestas?
Este interrogante, que alienta el optimismo del FPV, es uno de los elementos de análisis del que parte el sociólogo y investigador en opinión pública Marcos Caisutti, cordobés que supo trabajar con Santana y con otro famoso, José Eduardo Cavalcanti de Mendonça (más conocido como Duda Mendonça), quien acaba de regresar a la Argentina tras participar del diseño de campaña del PT. "Comunicacionalmente se hizo un trabajo excepcional, una obra maestra de João Santana, que en tiempos televisivos pudo mostrar qué significaron los 12 años de gobierno del PT. Se demostró lo que se había hecho y se lo contrastó con lo que se informaba. Y si Dilma pudo reelegir con el 36% de aprobación, Cristina está entre el 44% y el 48%. Desde la recuperación democrática debe ser la presidenta que, a un año del final de mandato, tiene los índices de aprobación más altos", analizó Caisutti en diálogo con Tiempo Argentino.
La evaluación del especialista argentino que colaboró con la campaña de Dilma coincide con el análisis del ex jefe de gabinete y actual embajador ante el Mercosur y Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), Juan Manuel Abal Medina: "Cristina, como nos acostumbra, y como nos acostumbró Néstor, desafía permanentemente todos los manuales de ciencia política. Hoy nadie puede hablar de pato rengo: viene manteniendo la centralidad del tablero político con contundencia. Yo creo que la oposición hizo una mala lectura de las últimas elecciones legislativas. Las asimilaron al 2009, porque en la provincia de Buenos Aires un sector que estuvo dentro del proyecto se fue por afuera, pero se olvidó que en 2013 se incrementó la presencia parlamentaria del oficialismo. Y en el mapa regional, yo creo que la oposición se autoenamoró de sus propios deseos, y actuó como si el PT y el Frente Amplio ya hubieran perdido", advirtió. «
Las preguntas que surgieron tras el determinante resultado en Brasil se convirtieron así en el tema de debate compartido de los cuarteles de campaña. El interrogante se profundizó cuando se conocieron algunas encuestas cualitativas –los famosos focus group– que obligaron a archivar las tácticas petardistas que alientan los cambios drásticos. Los sondeos, que se conocieron en los últimos días, reflejaron que una amplia mayoría de los argentinos quiere sostener lo conseguido desde 2003 y modificar, con moderación, algunos aspectos. Esa conclusión obligó a rediseñar estrategias a Massa, que hasta hace poco había optado por radicalizar su discurso antikirchnerista, aparentemente por consejo de sus asesores electorales, el español nacionalizado mexicano Antonio Solá Reche y el peruano Sergio Bendixen. El cambio de Massa quedó a la vista en la semana posterior al balotaJe de Brasil, cuando archivó su propuesta de derogar las leyes sancionadas desde 2003. "Queremos mantener lo bueno y cambiar lo malo", es la frase que –pronunciada en el aniversario de su triunfo frente a Martín Insaurralde en las legislativas de 2013– sintetiza su nueva posición.
También Mauricio Macri se vio obligado a repensar su estrategia tras la derrota de la oposición en Brasil (en el programa La Cornisa, y con el resultado ya puesto, el alcalde porteño reconoció que él hubiera votado por Neves). La peliaguda victoria de Dilma, que enfrentó una campaña de hostigamiento de O Globo y otros medios como pocas veces se vio en Brasil, hizo bajar las acciones del ecuatoriano Jaime Durán Barba. El asesor que aconseja difamar al adversario para desestabilizarlo emocionalmente había pedido a Macri que apoyara a la candidata Marina Silva, quien finalmente se quedó afuera de la segunda vuelta. En el entorno del jefe de gobierno incluso deslizan que el triunfo del PT hizo que Macri comenzara a desconfiar de la información sobre política regional que le suelen acercar sus aceitados contactos en la Embajada de Estados Unidos. Rápido de reflejos, el candidato del PRO asumió el nuevo escenario aclarando que en caso de ser presidente mantendrá la AUH, YPF en manos del Estado y la administración pública de las AFJP.
Con menos posibilidades de competir por la Presidencia, y en medio del conflicto por las alianzas provinciales de los jefes locales que se acercan a Macri o a Massa, la coalición panradical del Frente Amplio UNEN cree poder adaptarse a la demanda social por un 'cambio moderado'. Los socialistas, por caso, recuerdan que ellos votaron leyes como el matrimonio igualitario, la Ley de Medios, la reestatización de YPF. Y añaden que, en caso de gobernar el país, mantendrían las políticas sociales incorporando una mayor "calidad institucional" en la gestión del Ejecutivo. Como se ve, los últimos reacomodamientos de la oposición parecen desmentir en los hechos el escenario de fin de ciclo inexorable que habían intentado consolidar los medios hegemónicos: un contexto de supuesto hastío social que tenía su símbolo más ofensivo en la cuenta regresiva para el final del gobierno de CFK que solía promover Massa. Hoy todo suena muy distinto.
Pero a los números de Poliarquía y a los focus group hay que sumarles un dato que hasta ahora pasó desapercibido para editorialistas, empresarios y dirigentes políticos afines al establishment. Se trata de un elemento comparativo que, sin forzar el análisis, puede hasta resultar amenazante para los planes opositores. En Brasil, en los inicios de la campaña presidencial, la imagen de Dilma cosechaba apenas un 36% de aprobación. Varios meses después, y tras la intervención en la estrategia electoral del PT del elogiado especialista en campañas presidenciales João Santana, la presidenta obtuvo su reelección con más de 51 millones de votos. Si Dilma logró ser reelecta partiendo del 36% de imagen positiva, ¿qué performance electoral espera al kirchnerismo en la Argentina cuando Cristina Fernández hoy supera los 40% de aprobación según todas las encuestas?
Este interrogante, que alienta el optimismo del FPV, es uno de los elementos de análisis del que parte el sociólogo y investigador en opinión pública Marcos Caisutti, cordobés que supo trabajar con Santana y con otro famoso, José Eduardo Cavalcanti de Mendonça (más conocido como Duda Mendonça), quien acaba de regresar a la Argentina tras participar del diseño de campaña del PT. "Comunicacionalmente se hizo un trabajo excepcional, una obra maestra de João Santana, que en tiempos televisivos pudo mostrar qué significaron los 12 años de gobierno del PT. Se demostró lo que se había hecho y se lo contrastó con lo que se informaba. Y si Dilma pudo reelegir con el 36% de aprobación, Cristina está entre el 44% y el 48%. Desde la recuperación democrática debe ser la presidenta que, a un año del final de mandato, tiene los índices de aprobación más altos", analizó Caisutti en diálogo con Tiempo Argentino.
La evaluación del especialista argentino que colaboró con la campaña de Dilma coincide con el análisis del ex jefe de gabinete y actual embajador ante el Mercosur y Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), Juan Manuel Abal Medina: "Cristina, como nos acostumbra, y como nos acostumbró Néstor, desafía permanentemente todos los manuales de ciencia política. Hoy nadie puede hablar de pato rengo: viene manteniendo la centralidad del tablero político con contundencia. Yo creo que la oposición hizo una mala lectura de las últimas elecciones legislativas. Las asimilaron al 2009, porque en la provincia de Buenos Aires un sector que estuvo dentro del proyecto se fue por afuera, pero se olvidó que en 2013 se incrementó la presencia parlamentaria del oficialismo. Y en el mapa regional, yo creo que la oposición se autoenamoró de sus propios deseos, y actuó como si el PT y el Frente Amplio ya hubieran perdido", advirtió. «
El dato
Urribarri
El precandidato del FPV admitió ayer la posiblidad de "converger" con Agustín Rossi, Julián Domínguez y Jorge Taiana en una fórmula común para enfrentar a Scioli en las PASO.
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