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sábado, 22 de noviembre de 2014

LA JUGADITA DEL PENTÁGONO CONTRA LA PAZ EN COLOMBIA - Y LOS REFLEJOS DE LAS FARC ANTE UNA CELADA DE UN GENERAL DE INTELIGENCIA... VAN COMPONIENDO EL PANORAMA DE QUE PASÓ - Y A QUE SE ENFRENTA LA URGENCIA DE PAZ EN LA REGIÓN!...

Alzate, alumno dilecto en contrainsurgencia
El militar en manos de las FARC y el general Petraeus están ligados por historias de manipulaciones.
El general Rubén Darío Alzate, a los 55 años, tiene un historial que puede llenar de orgullo a sus pares. Estudioso, decidido, hizo cursos de liderazgo y de contrainsurgencia en la academia de Fort Leavenworth, en Kansas, y el Army War College (AWC), de Pensilvania. En un país tan íntimamente ligado a Estados Unidos, la carrera de Alzate (nombre simbólico si los hay para un general latinoamericano) puede decirse brillante. Para lo cual necesita, claro, olvidar que se trata de la misma nación que para obtener beneficios leoninos con la construcción del Canal Interoceánico, inaugurado hace justo un siglo, forzó la independencia de la provincia de Panamá.
Como parte de los acuerdos Torrijos-Carter, en 1999 el canal pasó a manos del gobierno panameño. Para la misma fecha, Bill Clinton y Andrés Pastrana firmaban el Plan Colombia, con el objetivo de "terminar con el conflicto armado y crear una zona antinarcótica".  Diez años más tarde, Barack Obama firmaba otro acuerdo con Álvaro Uribe que, ante el cierre de la base de Manta en Ecuador, otorgaba a las tropas estadounidenses prácticamente el control total de siete bases militares desde las que se puede vigilar todo el subcontinente y enviar aviones de guerra a cualquier rincón en pocas horas. El contrato era incluso más leonino que el del viejo Theodore Roosevelt en 1903 y la Corte suspendió su vigencia en 2010.
Los acuerdos que se suelen considerar en todo nuevo "contrato" hablan de los pactos militares previos desde 1952, tras la Segunda Guerra, y no olvidan cuestiones económicas ni el cada vez más creciente combate al tráfico de drogas. Casi la misma edad tiene la guerrilla en ese país.
 El desafío de Juan Manuel Santos de pacificar a Colombia colisionó desde el principio con quien fuera su mentor, Uribe. Convencido de que la paz es el mejor negocio, Santos fue quien más avanzó en negociaciones con los grupos insurgentes y quien más garantiza el cumplimiento de los documentos que se firmen. En este marco desarrolló su carrera el general Alzate.
Como se dijo, es un hombre muy preparado para la guerra y con mejor instrucción aun para trabajar sobre poblaciones civiles en conflictos armados internos. Según recordaba Joshua Goodman, de la agencia AP, Alzate hizo su tesis en el AWC sobre el modo de actuar en escenarios de insurgencia. Para lo cual se basó en textos de Mao Tse Tung y de un intelectual francés, David Galula. Goodman destaca que el alto oficial recibió la insignia de general de manos de otro de esos militares estudiosos, el estadounidense David Petraeus.
Eran los tiempos de crecimiento profesional de ese hijo de un holandés emigrado a Nueva York, quien alcanzaría su zenit y también su caída en la era Obama. Petraeus formó parte de un grupo de oficiales de élite y sólida ilustración que desde la guerra de Bosnia en adelante el Pentágono desplegó en Oriente Medio y Afganistán. Integraba este selecto club otro general de cuatro estrellas y alcance mediático, Stanley McChrystal.
Hay una historia interesante que involucra a este dúo en maniobras y manipulaciones de grueso calibre que en gran medida explican el fracaso de Estados Unidos en sus últimas incursiones armadas. Todo comienza con el almirante William Fallon, designado durante la gestión de George W. Bush comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos para las guerras de Irak y Afganistán.
En marzo de 2008 la revista Esquire publicó el artículo "El Hombre entre la Guerra y la Paz" donde el autor, que mantuvo un contacto muy estrecho con el militar, lo describe como contrario a la estrategia de imponer medidas más duras contra Teherán por su plan nuclear. Fallon tuvo que renunciar y su lugar fue ocupado por Petraeus.
Meses más tarde, otro "top", Stanley McChrystal, se hacía cargo de ambos frentes de batalla. Era el inicio de la administración Obama y todo apuntaba a que el nuevo mandatario iba a cumplir con su promesa de que las tropas volvieran a casa.
 En junio de 2010 la nota de tapa de la revista Rolling Stone (RS) causaba estupor en la Casa Blanca. En un extenso artículo firmado por Michael Mahon Hastings, McChrystal se despachaba con todo tipo de críticas y brulotes contra el gabinete demócrata y ridiculizaba especialmente al vicepresidente Joe Biden. Convocado de urgencia a Washington, tuvo que dimitir.
Muchos entendieron que no había sido inocente al aceptar la entrevista, como tampoco habían creído en la ingenuidad de Fallon dos años antes. Eran sin dudas señales del descontento por cómo se estaban llevando a cabo las acciones en los dos países asiáticos, invadidos luego de los atentados a las Torres Gemelas.
Petraeus popularizó desde las arenas de Irak la que tal vez haya sido su contribución más importante a la estrategia militar estadounidense. Su doctrina de contrainsurgencia, basada en los mismos textos de las guerrillas en Vietnam y Malasia pero con signo inverso, buscaba captar a las poblaciones locales con políticas de seducción más que la sola aplicación de la violencia. Fue como una Biblia que convenció a la dirigencia política de que había una forma de que iraquíes y afganos amaran a los estadounidenses. Y además, que se amaran entre sí, sin diferencias entre talibanes, moderados, chiítas y sunnitas.
"Petraeus casi redefinió el concepto de guerra en un nuevo manual de su autoría (Counterinsurgency Field Manual) que puso en práctica en Irak. Su idea principal era que los Estados Unidos no podían salirse de la guerra. Tenían que proteger y ganarse a la población, vivir entre ellos, para que un gobierno estable y competente pudiera prosperar. El nuevo soldado, según él, debía ser un trabajador social, un planificador físico, un antropólogo y un psicólogo", lo definió Hastings en RS.
Catalogado no sólo como intelectual sino también deportista y de costumbres austeras, Petraeus llevó su experiencia a la CIA, donde fue nombrado director en abril de 2011. Fue su cuarto de hora: el mundo le sonreía y parecía girar según sus predicciones. Daba para confiar en que al dejar Irak y Afganistán las tropas estadounidenses dejarían dos sociedades estables y agradecidas. Si todo hubieses seguido así, Petraeus estaba destinado a ser el nuevo Dwight Eisenhower que le pronosticaban los asesores de imagen. Pero ese soldado adusto y frugal tenía una debilidad. Y cuando en noviembre de 2012 se publicó que mantenía una relación extramatrimonial con una mujer que estaba escribiendo un libro sobre su vida, que para colmo, también era casada, su final quedó echado. Estas horas de violencia en la región prueban que ni siquiera su plan estratégico era lo que hizo creer.
Hastings murió en un accidente automovilístico en junio de 2013 en Los Ángeles, a la edad de 33 años. Poco antes había dejado otro hallazgo, también en la RS, cuando escribió que desde una unidad militar estadounidense se habían puesto en marcha operaciones de inteligencia y manipulación psicológica para conseguir dinero y apoyo político destinado a las guerras asiáticas. Las víctimas habrían sido, según Hastings, desde el senador republicano John McCain hasta el propio jefe de las fuerzas armadas, Mike Mullen. Uno de los mandos de esas operaciones citados en la revista, el teniente coronel Michael Holmes, explica su tarea como "acciones psicológicas aplicadas a la cabeza de la gente para conseguir que el enemigo se comporte como nosotros queremos que se comporte".
El domingo pasado. Alzate, actualmente jefe de la Fuerza de Tarea Conjunta, un grupo de élite contrainsurgente conocido como Titán,  junto con un cabo primero y una abogada que trabaja en esa institución navegaban en bote, vestidos de civil  por el río Atrato. El botero les avisó que estaban cruzando un área de conflicto, pero el general lo hizo seguir. Un poco más adelante fueron detenidos por efectivos de las FARC.
Pudo pasar cualquier cosa, pero los guerrilleros simplemente dejaron ir al botero y se llevaron a los demás. El primero en hablar del secuestro de un general fue el solicito Uribe. Santos confirmó la noticia más tarde, pero agregaba algo que pone las cosas en perspectiva. "Mindefensa y Cdte Gral: quiero que me expliquen por qué BG Alzate rompió todos los protocolos de seguridad y estaba de civil en zona roja", tuiteó el presidente, para anunciar luego que suspendía el diálogo de paz en La Habana.
Todo indica que los tres "retenidos" serán liberados en breve y las negociaciones continuarán. Y sí, el alumno dilecto de Petraeus  y sus jefes deberán dar explicaciones. El caso se parece demasiado a una operación "para que el enemigo se comporte como nosotros queremos que se comporte". Por suerte las FARC no pisaron el palito.  

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