El régimen de Israel fue uno de los cómplices del genocidio de Ruanda (1994) al haber enviado armas a ese país centroafricano durante la masacre, así informó el sábado el diario israelí ‘Haaretz’.
Según el informe, esta filtración tuvo lugar a finales del pasado mes de diciembre, cuando unos abogados solicitaron los documentos sobre la exportación de armas israelíes a Ruanda durante ese genocidio de 100 días que acabó con un millón de personas.
Sin embargo, hasta esa fecha, los tribunales israelíes habían evitado publicar esos datos para tapar la vinculación israelí en el caso, ya que podrían poner en peligro la seguridad del régimen de Tel Aviv y sus ciudadanos.
Después de asegurar que esa brutalidad se ejecutó por medio de rifles, balas y granadas, entre otros tipos de armas, la investigación indica que el régimen de Israel ayudó a la intensificación de esa tragedia.
A fin de poner al descubierto los capítulos más oscuros de las exportaciones de guerra del régimen de Israel, un grupo de abogados y activistas israelíes ha manifestado que “la venta de armas israelíes a los gobiernos que cometieron genocidio” es injustificable.
En este sentido, el abogado Eitay Mack, ha citado a una de los comerciantes israelíes de armas, Sara Leibowitz-Dar, que tras su visita en ese momento al “valle de la muerte” en Ruanda se mostró orgullosa de que sus armas ayudaron a que las víctimas murieran inmediatamente.
Por su parte, el profesor Yair Auron ha apuntado que “enviar armas a un país donde está ocurriendo un genocidio es el envío de armas a la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial”.
El informe evidencia también la “profunda implicación” del entonces ministro israelí de asuntos exteriores, Shimon Peres, y el primer ministro y ministro de asuntos militares, Isaac Rabin, pues esas armas fueron enviadas desde el aeropuerto Ben Gurion, hecho que necesitaba su conocimiento y aprobación.
El 6 de abril de 1994, ha pasado a ser una fecha macabra no sólo para la historia de Ruanda sino para la historia de la humanidad.
En ese día, el aterrizaje del avión en el que viajaba el presidente de Ruanda, Juvenal Habyarimana, fue alcanzado por dos misiles ocasionando su muerte.
Habyarimana, que se había hecho con el poder declarando un golpe de Estado en 1973, era de etnia hutu, la mayoritaria del país. Inmediatamente, los hutus atribuyeron la muerte de su líder a sus opositores: los tutsis, contra quienes habían protagonizado una guerra civil previamente en 1990.
Por tanto, el conflicto interno ruandés ganó en crueldad y se convirtió en un enfrentamiento a gran escala que alcanzó todos los rincones del país. El exterminio se prolongó hasta julio y acabó, según las Naciones Unidas, con la vida de un millón de personas, la mayoría tutsis.
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