
DAMASCO, Siria.- Suenan los disparos y el fuego de los francotiradores apunta a una casa semidestruída. Un niño corre entre las balas. Cae, como muerto. Segundos después se levanta, corre de nuevo, hasta atrás de un auto destrozado. Cuando vuelve, lleva, casi a la rastra, de la mano, a una nena. Los disparos no cesan en ningún momento, como tampoco se apaga la cámara del celular con el que alguian graba la escena.
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