A principios de los años noventa, se desató una sorda guerra intestina dentro del sionismo entre sectores de izquierda y el cada vez más poderoso ala derecha fundamentalista y racista. Los dos puntos clave de esa guerra interna giraban en torno a si se habría de otorgar a los palestinos un Estado soberano, y qué hacer con los asentamientos ilegales de colonos israelíes.
Cando voló el edificio de AMIA/DAIA, Israel era gobernado por el partido laborista del primer ministro Isaac Rabin, que en esos momentos procuraba llegar a una solución duradera con los palestinos. En julio 1994, Rabin llegó a permitir que el jefe de la OLP Yasser Arafat volviera a Palestina luego de largo exilio; apenas 18 días antes de la voladura de la AMIA/DAIA.
En aquellos días hubo otros episodios de violencia que apuntaban a esa guerra intestina que finalmente llegó a su punto culminante 18 meses depuesta del ataque a la AMIA/DAIA cuando en noviembre 1995 el primer ministro Rabin fue asesinado durante una reunión pública en Israel.
¿Quién fue el asesino? ¿Algún terrorista musulmán? No. ¿Algún loco neonazi? Tampoco.
El primer ministro Rabin fue asesinado por un tal Ygal Amir, joven militante sionista de ultra derecha, ligado al servicio de inteligencia Shin Beth (recientemente reestructurado por Rabin) y al movimiento de los colonos ilegales dentro de Israel.
El resultado político para Israel de este magnicidio fue que quienes genuinamente buscaban la paz jamás volvieron al poder en ese país, que desde entonces quedó gobernado por la ultra-derecha de Netanyahu, Ariel Sharon, Olmert, Barak, Lieberman, Livni, Feiglin y otros… Así, los palestinos jamás recibieron su Estado soberano. De Israel sólo siguen recibiendo bombas, ataques, humillaciones y el simpático muro de 8 metros de alto por 800 kilómetros de largo, erigido por Tel-Aviv como “Muro de Auschwitz” en torno a su martirizado país.
Dentro de este marco global, la “lógica” detrás del atentado a la AMIA/DAIA cobra una nueva dimensión: la de una guerra intestina en que la mafia sionista ultra-derechista le hizo al sionismo de izquierda, moderado y más pacifista, “un ofrecimiento al que no pudiera rehusarse”. Probablemente, ingenierizado por grupos clandestinos dentro, o incluso por encima, del Mossad+CIA+MI6+algún ente clandestino de “operaciones negras…”
Como el gran padrino Don Corleone, estos oscuros operadores probablemente le ordenaron a los perpetradores del atentado, que “hagan que parezca que lo hizo algún coche-bomba patrocinado por Hezbollah…” El problema es que las cosas no salieron exactamente como ellos pensaban.
Parece que el inquieto y nervioso Nisman se estaba acercando demasiado al avispero.
Quizás fue esa la razon por la que fue necesario “suicidarlo”. Como lo fue el comisionado de policía francés que investigaba el Evento Charlie Hebdo, “suicidado” la misma noche del ataque; o como el electricista de Subterráneos de Londres Jean Menezes, quien probablemente “vio algo” inconveniente en los días previos a los ataques de Londres de julio 2005 y terminó acribillado a balazos “por error” por la policía londinense pocos días después de aquellos ataques…
Sea como sea, la “guerra contra el terrorismo” ha vuelto a la Argentina… Otra vez.
Al momento de redactar este articulo, los lobbies locales DAIA y AMIA están armando gran batahola mediática, rasgándose las vestiduras y diciendo que “temen que pueda estar por producirse un tercer atentado contra intereses judíos en la Argentina”.
Los medios de prensa alineados le ayudan destacando la “desaparición inexplicable hace unas semanas de un misil anti-tanque del Ejército Argentino”. ¿Comienzo de la ingenierización de un nuevo “ataque”?
Sea como sea, parece que los sionistas y neoconservadores quieren sangre. El think-tankestadounidense Center for Security Policy acaba de publicar un artículo en el conservadorWashington Times pidiendo que Estados Unidos y la Unión Europea impongan “sanciones contra la Argentina” tras la muerte de Nisman.
En este año 2015 en que habrá elecciones presidenciales en la Argentina, prácticamente todos los candidatos favoritos como Sergio Massa, Mauricio Macri, Daniel Scioli y otros sostienen la línea “políticamente correcta”, hecho que resulta muy consistente con sus reiteradas visitas y reportes a la neoyorquina Americas Society de Rockefeller-Negroponte-William Rhodes y, por supuesto, a las permanentes pleitesías que rinden ante el Congreso Mundial Judío, Comité Judío Estadounidense, la DAIA, la AMIA y otros lobbies sionistas.
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