Después de que la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) fuera expulsada de Bolivia, el país ha sido capaz de reducir drásticamente la cantidad de cocaína producida dentro de sus fronteras.
Según los datos publicados por las Naciones Unidas, la producción de cocaína en el país se redujo en un 11% durante el pasado año, que marca el cuarto año consecutivo de disminución constante.
Fue hace sólo siete años cuando la DEA dejó Bolivia y tan sólo tres años después de eso, ya se ven los progresos y beneficios.
La estrategia empleada por el gobierno boliviano puede ser una sorpresa para muchos prohibicionistas porque no implica ninguna táctica relacionada con la aplicación de “mano dura” ni con un estado policial.
El gobierno de Evo Morales se ha centrado en encontrar cultivos alternativos para los agricultores que les permitan ganar más dinero que el cultivo de coca.
“Bolivia ha adoptado una política basada en el diálogo, donde se permite el cultivo de coca en las zonas tradicionales, junto con el desarrollo alternativo en otros”, afirma Antonino de Leo, representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Bolivia.
“No es sólo acerca de hacer dinero con un cultivo. Se sustituye un cultivo ilícito por un cultivo lícito. Se trata de un enfoque más amplio que incluye el acceso a servicios esenciales como escuelas, hospitales y carreteras en áreas que tradicionalmente han sido difíciles de alcanzar”.
Hay por desgracia todavía duras leyes contra el tráfico de drogas en Bolivia, pero han estado activas desde los máximos de la guerra contra las drogas y no han tenido ningún efecto en la reciente disminución de la producción.
No obstante, no deja de ser sospechoso que la marcha de la Agencia Antidrogas de EEUU de un país, con todos sus inmensos recursos, desemboque en una reducción de la producción de drogas.
El caso recuerda al de Afganistán, donde la producción de opio se ha disparado tras la invasión norteamericana: más claro no puede estar…
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