El presidente de Rusia, Vladímir Putin, estampó su firma en la nueva doctrina militar del país, en la cual incluye a la OTAN entre las principales amenazas para la seguridad del país, tan solo unos días después de que las autoridades de Ucrania dieran nuevos pasos en favor de la integración en la Alianza Atlántica.
La anterior doctrina militar rusa, rubricada por el propio Putin en el 2010, también identificaba a la OTAN como potencial fuente de amenaza, aunque los riesgos se han incrementado durante el último año. Las autoridades rusas acusaron durante la semana que ahora acaba a la OTAN de convertir a Ucrania «en la línea de frente de la confrontación» y amenazaron con limitar las relaciones con el bloque euroatlántico si los deseos de Kiev de integrarse en la OTAN se hacían finalmente realidad.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Aleksándr Lukashevich, advirtió el día de Navidad que su país se verá obligado a adoptar «medidas adecuadas» ante una eventual ampliación de la OTAN hacia el este. El diplomático constató que daba «la impresión de que las actuales autoridades ucranianas ven el acercamiento con la Alianza Atlántica como una alternativa al desarrollo de relaciones normales con Rusia».
Según Lukashévich, esta postura puede «complicar aún más las relaciones bilaterales con esta república hermana y obstaculizar la solución a una serie de conflictos».
En este contexto de creciente tensión, Rusia efectuó ayer el lanzamiento de prueba de un misil balístico intercontinental de última generación del tipo RS-24 desde el cosmódromo de Plesetsk, según informó el Ministerio de Defensa.
Tras recorrer 6.000 kilómetros, el proyectil, impactó con éxito en el objetivo contra el que había sido lanzado, situado en la península de Kamchatka, en el extremo oriental del país. El lanzamiento constituye una señal de advertencia a Occidente, ya que, según Moscú, el proyectil es capaz de superar sin problemas el escudo antimisiles de EEUU.
El Periódico
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