El informe anual sobre la actividad económica global del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestra un cambio radical en el paisaje económico del mundo, dado que las economías occidentales empeoran a un ritmo más rápido del imaginado. Se confirma el ascenso de los países emergentes
En su Informe Económico Mundial, el FMI dice que China ha desbancado a Estados Unidos como principal economía mundial, mientras que India ocupa el tercer puesto por delante de Japón. Les siguen Alemania, Rusia, Brasil, Francia e Indonesia, y después está el Reino Unido. Cuatro miembros de los BRICS están presentes en la lista de las diez principales economías.
La economía de China es aún más pequeña que la de EE UU, en dólares estadounidenses, pero su PIB ha subido hasta los 17,6 billones de dólares (frente a los 17,4 billones de EEUU), en base a la PPA (Paridad de Poder Adquisitivo). La PPA pinta un cuadro más realista sobre la actividad económica, porque nos habla de cuánto puede comprar la moneda de un país en casa. Se trata de un método más preciso a la hora de comparar el tamaño de las economías, ya que no utiliza tasas de cambio volátiles.
Pero lo que ha sorprendido a todos es la rapidez con la que las economías occidentales están derrumbándose, en comparación con los países emergentes. En 1991, cuando cayó la Unión Soviética el PIB combinado del G7 era 12 billones de dólares superior al de los siete poderes emergentes de hoy: China, India, Rusia, Brasil, Indonesia, México y Corea del Sur. En 2013, estos siete países acumulaban un PIB combinado que superaba al del G7 por 3 billones de dólares.
China, por ejemplo, ha crecido al margen de todas las previsiones. Hace sólo nueve años, en 2005, la economía del país sumaba menos que la mitad de la de EE UU. El Consejo de Inteligencia Nacional, que supervisa la comunidad de inteligencia de EE UU, había pronosticado que China sólo adelantaría a Estados Unidos en 2020.
La brillante India no es ya más que un recuerdo, pero su recuperación está a la vuelta de la esquina. Lo único que impide al país el crecimiento sin precedentes del 10-15% anual es la propia India. Citi Group afirma queIndia se convertirá en la economía líder mundial en 2050, con un PIB de 85 billones de dólares, seguida de cerca por China (con 80 billones de dólares) y que Estados Unidos tomará un tercer puesto distante con 39 billones.
Rusia se ha puesto por delante de Brasil y sólo unas docenas de miles de millones de dólares la separan de Alemania. De hecho, la recuperación de Rusia es la más espectacular, teniendo en cuenta que el sector de las manufacturas se colapsó en los años 90. Parece que, cuanto más intenta Occidente apretar a Rusia, más resistente torna su economía.
Un nuevo orden mundial
Con cambios de tanta envergadura en los centros de poder de Occidente a Oriente, ¿por cuánto tiempo puede sobrevivir la jerarquía geopolítica actual, todavía inamovible desde la Segunda Guerra Mundial? Ahora mismo, las Naciones Unidas, el FMI y el Banco Mundial se encuentran en una lista perenne de reformas.
El primer ministro indio, Narendra Modi, ha subrayado la incongruencia de que 1.200 millones de indios no estén suficientemente representados en las Naciones Unidas. Sin duda, la presencia de Gran Bretaña y Francia en el Consejo de Seguridad (mientras India, Japón y Brasil permanecen fuera) roza la frontera de lo absurdo.
La participación accionaria del FMI es incluso más estrambótica. EE UU posee la mayor participación única, del 16,7%. Pero China tiene una participación del 3,8%, ligeramente inferior a la de Italia, cuya economía corresponde a una quinta parte en tamaño.
La directora ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, cree que el rechazo estadounidense a la ratificación de reformas que servirían para aumentar la participación de voto de China, India y otros países emergentes hace peligrar el futuro del Fondo. Ella aboga por una reforma en las cuotas. “Era necesaria en 2012. Es un atraso en 2014”, dijo Lagarde en la conferencia de prensa del pasado 9 de octubre.
Aunque, incluso más impactantes que el propio declive económico son el derrotismo y la angustia que se han apoderado de los occidentales. Un sondeo reciente del Pew Research Center muestra que sólo el 28% de los norteamericanos cree que EE UU es excepcional o la mayor de todas las naciones.
“El ascenso del estado de seguridad nacional y el triunfalismo del sector empresarial (junto con el muy publicitado crecimiento de las grandes fortunas y las impresionantes desigualdades en el país) ha venido de la mano de una decidida disminución del poder del gobierno para funcionar a nivel doméstico, y del estado imperial que impone su voluntad en cualquier lugar del planeta”, argumenta el escritor norteamericano, Tom Engerlhardt.
“Observamos el ascenso no explorado de un país del Tercer Mundo dentro de uno del Primer Mundo, una América impotente dentro del supuesto superpoder global”, añade.
Dado que EE UU es el motor de la alianza occidental, su titilante confianza está provocando un efecto dominó en el resto de Occidente. Algunos vasallos, como Arabia Saudí, EAU, Catar, Kuwait, Georgia y Pakistán también se enfrentan a futuros inciertos.
A medida que las economías emergentes crecen en tamaño, lo hacen también en masa crítica para sentar la bases de un nuevo orden que es autónomo frente al orden internacional occidental.
Para estar seguros, la pérdida de poder absoluto no significa que Occidente vaya a comer pienso en el futuro. Su declive es sólo relativo y conserva numerosas fortalezas. La calidad de vida en general, por ejemplo, en EE UU y Europa, es muy superior a la de China o India. Las empresas multinacionales de Occidente controlan gran parte de las manufacturas globales, Las universidades occidentales atraen a cientos de miles de estudiantes de los países emergentes. No existe nada igual al departamento de I+D e innovación de Silicon Valley.
Pero los días en que Occidente vivía sin rival y podía arrollar a otros países han llegado a su fin. Cada año que transcurre, China, India y Rusia acumulan más riqueza y más poder militar. La brecha en los estándares de calidad de vida se va cerrando rápidamente. Para el año 2050, entre las diez principales economías se incluirán nuevos participantes como Egipto, México y Nigeria, y sólo EEUU representará a Occidente. Bienvenidos al orden mundial policéntrico.
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