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lunes, 20 de octubre de 2014

Crece el rechazo a aécio neves


Si bien hay que ser cauteloso a la hora de dar cuenta de las novedades en las encuestas en Brasil –a raíz de lo acontecido en la primera vuelta– es conveniente también analizar la trama fina de lo que dicen estos números, para así poder analizar lo que vino sucediendo en la campaña, de cara a la recta final. Así, bajo un escenario de "empate técnico" que describe la consultora Datafolha en su última medición –situando a Aécio con un 51% y a Dilma con el 49%, pero con un 2% de error técnico, lo cual diluye la distancia previa–, hay un dato que no se puede dejar desapercibido: el rechazo al candidato del PSDB ha crecido del 34% al 38%, tras la decisión del PT de confrontar abiertamente con su candidatura.
Hay un elemento más para marcar, y así comprender mejor qué significan estos números: este crecimiento del rechazo aparece luego del apoyo de Marina Silva a Neves, algo que, imaginaban los asesores del candidato 'tucano', debería haber significado un "despegue" en las encuestas. ¿Qué ocurrió en el medio? La campaña del PT orientó sus últimos spots televisivos y radiales a mostrar la política económica del PSDB durante el gobierno de Cardoso –remarcando el aumento del desempleo y la ausencia de políticas sociales extendidas–. También decidió confrontar un argumento de Neves, quien afirma haber dejado la gobernación de Minas Gerais con un 92% de aceptación: "¿Cómo, con esos números, el PSDB no ganó la elección allí, donde triunfó Fernando Pimentel del PT?" Ambos elementos –la crítica a la política económica de Cardoso y la mala elección del PSDB en Minas– iban a ser importantes en el tramo final de la campaña de cara al balotaje.
Adicionalmente, Aécio también sumó el apoyo del Club Militar de Brasil, que busca poner fin a la Comisión de la Verdad creada durante el gobierno de Rousseff. En una carta pública, estos oficiales de reserva atribuyen a Neves "una esperanza concreta de poner fin a la era petista", y así dar vuelta "una página negra" en la historia del país, tal como describen a las administraciones de Lula y Dilma durante los últimos doce años. Esta rara conjunción de apoyos simultáneos a Neves, tanto por centro –Marina– como por derecha –Club Militar–, también pueden aportar un elemento de desconcierto en los posibles votantes de Neves. Por ejemplo: ¿podría, alguien que ha pregonado un voto por "la nueva política" en la primera vuelta compartir opción de votos con un grupo de oficiales que buscan poner fin a la investigación de lo sucedido en la dictadura brasileña? Parece difícil compatibilizar ambas opciones, algo que el comando de campaña de Aécio comienza a visibilizar.
En la previa a la primera vuelta, el "factor Lula" fue clave para consolidar a Rousseff en el primer lugar, con una distancia no menor –ocho millones de votos–. Lula, como ya se dijo repetidamente, se puso "la campaña al hombro". Y también podría ser el factor clave ahora, visto y considerando los masivos actos que el ex presidente brasileño realizó esta semana en el norte y nordeste del país, buscando consolidar allí el enorme piso de votos que el PT obtuvo el 5 de octubre –cuando obtuvo un promedio de casi el 60% en dichos estados". 
La ventaja de Dilma es que, mientras ella hizo escala en San Pablo esta semana, Lula se movió hacia el norte del país. Así, lograron influencia en ambos lugares, complementándose. Neves debe ocupar ambos perfiles –prensa y actos públicos– en soledad, ya que Fernando Henrique Cardoso, por la forma en que concluyó su deshilachado gobierno pero también por su edad, no puede ocupar el papel que sí ocupa el ex metalúrgico.
La semana que se abre, con dos debates televisivos más, será de definiciones no sólo para Brasil, sino para el conjunto de los países de América Latina. En siete días más se pondrán en juego, cabeza a cabeza, dos opciones de dirigir los destinos del gigante latinoamericano. El creciente rechazo a Neves que muestra el sondeo más reciente de Datafolha ilustra que buena parte de la sociedad brasileña no está dispuesta a poner en juego las conquistas políticas, sociales y económicas logradas en los últimos doce años.

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