En la provincia de Buenos Aires, donde ejercía como gobernador Manuel A. Fresco (que nunca, inclusive después de la guerra, dejó de mantener orgullosamente sobre su escritorio las fotos autografiadas de Hitler y Mussolini), la medida gubernamental de efectivizar el cierre de los establecimientos judíos se concretó con saña y violencia.Durante los dos primeros años de la gestión de Fresco (1936-38) fue su ministro de Gobierno nada menos que Roberto J. Noble, otro de los fascistas de la época que, en agosto de 1945, llegara a fundar el diario “Clarín” (y no son pocos los que aseguran que el matutino fue bautizado con ese nombre tan caro a los militares en homenaje a la revista nazi “Clarinada” que, cinco meses antes, en marzo del ´45, cesó de aparecer apenas se produjo aquella grotesca (y oportunista) declaración de guerra a Alemania cuando ya el “Führer” y el “Duce” estaban prácticamente vencidos). Noble que, como lo señalara Luis A. Sciutto (Diego Lucero) en la biografía por encargo publicada en 1979, había participado activamente en el golpe de Uriburu del 6-IX-30 y fue, según Sciutto, “uno de los seis únicos civiles de la primera línea en aquellos actos determinantes del derrocamiento de Hipólito Irigoyen”.Noble, apenas asumió el cargo en 1936, designó como uno de sus más inmediatos colaboradores a Carlos Suárez Pinto, un fascista declarado que se desempeñó como subjefe de policía de la provincia y, más tarde, se dedicó al periodismo en el diario de ultraderecha “Cabildo” (años después, al aparecer “Clarín”, Noble le confió la secretaría de redacción). Y el 26 de mayo de 1937, siguiendo lineamientos que se encontraban en ejecución en el orden nacional, Noble mandó a la policía provincial a clausurar las “arbeter shuln” (escuelas obreras judías) que, en territorio bonaerense, se encontraban principalmente en La Plata, Zárate, Campana y Valentín Alsina.Pero volvamos a uno de los amigos de Noble, el senador bonaerense y galeno social Matías Sánchez Sorondo, abogado de la Standard Oil Co. en el país, ex ministro el Interior de la dictadura del general José Félix Uriburu, torturador el mismo y nazifascista confeso, presentaba el 24 de noviembre de 1936 ante el Senado de la Nación una Ley de Represión al Comunismo que, aunque no se aprobó en Diputados, fue aplicada de hecho por la Sección Especial de Represión al Comunismo, entidad parapolicial vinculada a la Policía de la Capital, de la cual Sánchez Sorondo fue su vocero legislativo, y que ejerció sin ambages la persecución a todo aquel que fuese considerado comunista o miembro de alguna organización considerada colateral o cripto comunista, sus palabras: “Seré pues necesariamente extenso. Me propongo demostrar: 1º, qué es el comunismo como doctrina; 2º, que es el comunismo como partido político, 3º, como realiza el comunismo su propaganda en el mundo, 4º, como realiza el comunismo su propaganda en la Argentina, 5º, como el comunismo ha llegado a ser un peligro para la seguridad nacional, 6º, como este proyecto de ley, al reprimirlo, defiende acabadamente a la sociedad”.
Secundaron al senador en su tarea varios personajes de horca y cuchillo, como Carlos M. Silveyra, obtuso confidente policial que, desde las páginas del pasquín antijudío y anticomunista “Clarinada”, aparecido en mayo de 1937, se dedicó a delatar y marcar a dirigentes, militantes, simpatizantes u amigos comunistas, socialistas, anarquistas o simplemente progresistas. Aunque la caza de rojos se había pergeñado desde la Capital, la Provincia de Buenos Aires, asentamiento de la vacunocracia y coto de la reacción por excelencia, no le iba en zaga.
El teniente coronel Carlos H. Rodríguez, fundador de la Sección Especial según el “profesor” Silveyra, había pasado desde la Subjefatura de Seguridad de la Policía de la Capital a la Jefatura de Policía de Buenos Aires. Su jefe en la repartición porteña, el coronel Enrique “puño de hierro” Pilotto, lo seguiría en el mismo puesto bonaerense. Ambos serán trasladados mas tarde a la gobernación del territorio de Neuquén, adonde combatirían a los levantiscos obreros del petróleo.Corría el año 1936 cuando el fraudulento y nazifascista gobernador bonaerense Manuel Fresco, cuyo ministro de Gobierno fue Roberto Noble, fundador en 1945 de “Clarín”, en honor al pasquín “Clarinada” ya nombrado, emitió el decreto 137/36 que reprimía “la propaganda comunista”. A través de él, cientos de Militantes conocieron las cárceles de la provincia y los escarnios a que los sometieron los sicarios uniformados. Cuatro años mas tarde de emitido este decreto fresquista, la represión antipopular provincial tomaría el nombre de Orden Social, e iría con los años cambiando su denominación y dependencia hasta 1956, cuando mediante el decreto 3603 se la transfiguró en Servicio de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (SIPBA), que se transformaría, luego en CIPBA y mas tarde en Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) hasta 1998, cuando fue disuelta.
La fundación
La fundación de Clarín se produjo exactamente después del cierre de una revista llamada Clarinada (1937-1945), y hay quienes relacionan el cierre de una publicación con la apertura de la siguiente. En un artículo dedicado a la revista (“Un vocero antisemita en Buenos Aires: la revista Clarinada”), Daniel Lvovich, historiador de la Universidad Nacional de General Sarmiento, cuenta que Clarinada llevaba como lema “Revista mensual de propaganda argentina y contrapropaganda roja”. Pero que “a partir de 1940 ese lema se modificaría por otro que reflejaba de manera más exacta sus contenidos: el de Revista anticomunista y antijudía”.
Las biografías oficiales de Roberto Noble suelen pasar, mediante un salto interesante, de sus orígenes socialistas y su activismo en huelgas estudiantiles a su adscripción al desarrollismo. Más allá de que fue en años de la última dictadura, con su marido fallecido, cuando Ernestina Herrera de Noble comenzó a quebrar el pacto con los desarrollistas lo que colaboró con el ascenso indetenible de la actual cúpula directiva del holding, esas biografías omiten la relación que sostuvo Noble con lo peor de la cultura política de los años 30 y 40. Tras una etapa como legislador de la Concordancia el frente de conservadores y radicales antiyrigoyenistas que se impuso a fuerza de fraude, Noble asumió como ministro de Gobierno del caudillo conservador Manuel Fresco, emblema del Fraude Patriótico y un líder particularmente destacado en la lucha contra “el capitalismo judío, ateo y comunista”.
Acusación de pedofilia
Pero no solo al fascismo y al nazismo vernáculo adscribió el fundador de Clarín y su precursor Clarinada, Noble también se vio envuelto en un confuso episodio de pederastía que en su momento se denominó “escándalo de los cadetes del Colegio Militar” del año 1942, en que señores de la élite porteña organizaban fiestas en departamentos privados, a las que concurrían engañados muchos tiernos cadetes del instituto castrense, quienes eran abusados sexualmente por este rancio grupo de pedófilos, que además los fotografiaba para extorsionarlos para obtener nuevas presencias y silencio. Estallado el escándalo público, el juez que instruyó las actuaciones realizó varios allanamientos en Barrio Norte y detuvo a diversos hombres de prosapia. El caso concluyó con la condena de algunos de ellos y el suicidio del arquitecto Duggan, que integraba el grupo de condenados. En ese año 1942, Roberto J. Noble publicó una solicitada en los diarios, negando haber participado en aquellas “fiestas negras”, como se comentaba insistente y públicamente en los distintos corrillos políticos y sociales.
“Panquequeada”
Roberto Noble, en 1927, en el Partido Socialista, y a poco de andar demostró su audacia: como lo señalara Luis A. Sciutto (Diego Lucero) en la biografía por encargo publicada en 1979, había participado activamente en el golpe de Uriburu del 6 de septiembre y fue “uno de los seis únicos civiles de la primera línea en aquellos actos determinantes del derrocamiento de Hipólito Yrigoyen”. Pronto se abrió del Partido Socialista, con la escisión que encabezaron Antonio Di Tomaso y Federico Pinedo (actores relevantes de la Década Infame como ministros de Agricultura y de Hacienda de Agustín P. Justo). De la mano de Pinedo y Di Tomaso, Noble hizo profesión de fe ultraliberal y, como todo converso, no se privó de ningún gesto para hacer creíble su acto de fe. Fue elegido diputado nacional en 1932, como parte de la Concordancia a expensas de la proscripción del radicalismo yrigoyenista, y no vaciló, al año siguiente, en ratificar legislativamente el pacto Roca-Runciman (Ley 11.693), el mayor tratado histórico de prosternación de la Argentina ante el Imperio Británico. De este tratado vergonzoso, sólo la oligarquía ganadera exportadora de carne enfriada fue la gran beneficiada.Cuando en 1936 el gobernador Manuel Fresco le ofrece a Noble hacerse cargo del Ministerio de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, este lo acepta de inmediato. Ya ha dejado atrás su declamado liberalismo y adoptado sin hesitar la ideología nazifascista como miembro de la agrupación Afirmación Argentina. Al igual que su ahora jefe, cuelga la foto de Mussolini en su despacho y escribe, entre otros gestos de adhesión, una carta pública expresando su admiración por el Duce.Decía Noble: “Mussolini es el modelo viviente del moderno hombre de Estado, y en lo que al genio de su raza se refiere, constituye una expresión y egregia de la excepcional capacidad que el pueblo italiano ha demostrado en todos los tiempos de producir ejemplares humanos dotados de amplitud universal, de fantasía creadora y temperamento ejecutivo, síntesis que justifica por sí misma la existencia de la especie y la encumbra como portadora de lo supremos valores morales y espirituales en el mundo (.) Los argentinos nos regocijamos con alegría de hermanos, por la gloria de Italia y de Mussolini”.El nazismo y antisemitismo de Noble no era objeto de ocultamiento: el 10 de abril de 1939, al realizarse un gigantesco acto en el Luna Park de adhesión al Tercer Reich, con gran despliegue de banderas con la cruz esvástica y abundantes cánticos contra los judíos, los comunistas y la francmasonería, contó con la presencia del gobernador Manuel Fresco, acompañado por su ministro de gobierno, Roberto J. Noble, como bien ha recordado Herman Schiller. Ese mismo año dejó su cargo por presión del gobierno de Roberto Ortiz. Ninguno de los ministros de Fresco -ni este mismo, por supuesto- se retiraron pobres de la función pública. Noble montó un establecimiento ganadero “modelo” en Lincoln, que llamó Estancia Santa María.A partir de su muerte, sería su medio quien se perpetuaría en una interminable secuencia de giros que irremediablemente volvían a su origen. Así se convertiría en desarrollista; hasta llegar a concretar su giro y ponerse al servicio de un nuevo gobierno nazi fascista, el de Jorge Rafael Videla; Emilio Massera y Rafael Agosti, del que como siempre supo hacer obtuvo jugosos resultados económicos.Con el fin de la dictadura se lograría convertir en “garante de la gobernabilidad” y la estabilidad de los sucesivos gobiernos. Clarín ya no era “el diario de Noble” en la realidad accionaria, pero como los buenos productos nombnre y medio se habían fusionado, ahora era parte de una casi intangible red de intereses económicos con patas en la actividad agroganadera, pero también con sólidos nexos con sectores de la industria.Se cerraba así el ciclo de un hombre que supo fusionarse con su emprendimiento comercial y que además supo mutar todo lo necesario para convertirse en un sujeto de poder.
La financiación con dinero nazi
En un reportaje otorgado a Radio Gráfica Herman Schiller afirma: “Soy un crítico muy duro de Clarín desde hace muchos años, desde antes del kirchnerismo. Yo por ejemplo investigué los orígenes de Clarín, y son el lavado de dinero alemán. Roberto Noble, que tenía relaciones con el fascismo, que hacia apología de Mussolini, que participó de la dictadura contra Yrigoyen… Creó Clarín con dinero de la Alemania Nazi, de nazis que huían y que querían mimetizarse aquí… Había una revista muy Nazi en la época de la guerra, que nació en marzo del ´37 y terminó en enero del ´45 que se llamaba “Clarinada” era muy Nazi, estaba pagada por la embajada alemana, y es clausurada cuando el gobierno argentina le declara la guerra Alemania. La hipótesis de Emilio Corbière es que la revista Clarinada, clausurada en enero del ´45 reaparece con Clarín en agosto del ´45 a través de Roberto Noble.”
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